sábado, 27 de diciembre de 2008

Porcabezas: historia de un (re)encuentro


Porcabezas forma parte del imaginario colectivo belmontino. Se trata de un pico que, sin estar revestido por la aureola mítica de Peña Manteca, se encuentra enclavado en una zona especialmente emblemática, muy próximo a la venta de la Corredoria, y su base sirve de sendero para el Camín Real, también conocido como Calzada Romana. A esto hemos de sumar el hecho igualmente significativo de tratarse del segundo vértice geodésico del concejo, tras la ya mentada Peña Manteca. Para quienes ya lo conocíamos, intentar una invernal a Porcabezas era poco menos que un sueño hecho realidad. Pasar del sofoco de agosto a las nieves de diciembre prometía, en principio... y así fue. Porcabezas nunca defrauda.
Dejamos el coche en Belmonte de Miranda, con cuatro frígidos grados que no invitaban en absoluto a echarse al monte, si bien las nubes habían cortado una helada que hubiese resultado, vista la temperatura, casi insoportable. Tras un breve recorrido (apenas un kilómetro) por una carretera asfaltada, llegamos al pueblo (casi mejor decir a las dos casas) de Tablao, donde ya pudimos coger la senda que habría de trasladarnos hasta Dolia. El paisaje, boscoso y acompañado por el transcurrir de un río, hacía pensar en una sensación térmica poco agradable, con frío y humedad. Por el contrario, empezamos a sorprendernos cuando, al poco de comenzar la ascensión, comprobamos que la ropa empezaba a sobrar a la velocidad de la luz: estábamos sudando a mares. El camino, en efecto, engañaba: una constante y empinada vereda hacía que el frío se transformara en sofoco y calor. No en vano, enseguida nos pusimos a una cota de 750 metros, alcanzando al fin, tras hora y cuarto de caminata, el pueblo de Dolia, ya salpicado por las nieves más reacias a irse. A partir de ahí cogimos el Camín Real, dificultoso en extremo por el excesivo barro que encontramos por la senda. A pesar de ello, y con las botas rebosando fango, alcanzamos la venta de la Corredoria, veiga famosa por la fiesta que en agosto tiene allí lugar. Frente a nosotros, la blancura de una serie de colinas por las que teníamos que ascender. Tomando una pista que quedaba a mano izquierda, fuimos viendo poco a poco cómo en realidad era el hielo, y no la nieve, lo que iba apareciendo bajo nuestros pies: sorpresa y un poco de preocupación; aquello resbalaba. Mientras tanto, lo que en un princpio había empezado a ser lluvia se transformó en nieve, que ya nos acompañó sin remedio hasta la cumbre. Alcanzando al fin la veiga situada a los pies de Porcabezas, sorpresa e incredulidad: allí no había ningún monte. Una cerrada niebla solo permitía adivinar un pico allí detrás a quienes ya lo conocían; objetivamente, allí no había nada. Poco a poco intentamos ascender por la ladera, ignorando por completo la ubicación de la cumbre. De vez en cuando echábamos un vistazo a la brújula, al objeto de tener un rumbo de regreso proyectado. El hielo, duro como el asfalto, aconsejaba incluso haber llevado crampones, por irónico que nos resultase. Si en la historia del montañismo ha existido alguna ascensión completamente a ciegas, esta lo fue; nuestras piernas solo se movían cuando encontraban una parcela de terreno ligeramente más elevada. Al fin, una breve corriente de aire despejó ligeramente la niebla; lo suficiente para adivinar, un poco a la derecha, el anhelado vérice geodésico. Rápido ascenso al fin, y coronación. Para nuestra desilusión, allí no había nada que fotografiar; el paisaje había vuelto a desaparecer. Un breve descanso, y de nuevo hacia abajo. Siguiendo la intuición y la brújula, logramos llevar con cierta consistencia el rumbo original, hasta que al fin la niebla desapareció, en cotas inferiores, abriéndose de nuevo el paisaje ante nuestro ojos: Quintanal, Las Cruces, la base de Peña Manteca...: al fin lográbamos ver algo. Rápidamente alcanzamos de nuevo la Corredoria, donde nos dimos un breve homenaje con un bocadillo que apenas duró un instante: allí no había quien parase de frío. De vuelta a Dolia (esta vez por la pista, no por la senda enlodada) y de nuevo hacia abajo, dejando a nuestra derecha otra de las cimas míticas del concejo: el pico Cervera. Al fin, llegada a Belmonte y en coche hasta Grado. Punto y final.
Se dice que cuando le preguntaron a Mallory (quizás el primer alpinista en coronar el techo de la Tierra; su muerte, a unos metros de la cumbre, ha dejado sembrado el enigma de si falleció en el ascenso o en el descenso) que por qué quería ascender al Everest, su respuesta fue: "porque está ahí". Nosotros ni siquiera pudimos decir eso ayer; en todo caso, sí que podemos afirmar: "porque quiero llegar lo más arriba posible". En eso consiste el veneno del montañismo... y su grandeza.
P.D.: puesto que hemos conseguido incorporar al club un nuevo GPS, aprovecho para añadir algunos datos técnicos (muy escasos, aún no dispongo de cable para pasar el track al ordenador) de la ruta de ayer, por si a alguien le interesa:
Origen (altitud y coordenadas): Belmonte de Miranda (215 metros; N 43º 17' oo.2 ''; W 06º 13' 01.3'')
Destino (altitud y coordenadas): pico Porcabezas (1210 metros; N 43º 13' 54.6''; W 06º 12' 14.0'')
Distancia (según GPS): 16.2 km; (según google earth, 17.4 km)
Tiempo: 5 horas, 24 minutos
Velocidad media : 3 km/h

¡Y mucha suerte a nuestros representantes en la carrera de Castrillón!

Anexo: os he dejado en la parte superior de la entrada, grosso modo, el track de la ruta, elaborado a mano alzada, por si os interesa echarle un vistazo.

6 comentarios:

Nandissimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nandissimo dijo...

Ah por cierto! hice los 8 km de Castrillon en 35 minutos! toy a tope!

Nandissimo dijo...

Me gusto mucha esta cronica, si no hubiera ido ayer con vosotros, leyendo el relato tendria claro como la tengo que hacer la ruta y ademas, tendria ganas de hacerla,muy bien!

Anónimo dijo...

niebla,nieve...con polainas lo superamos todo...je,je,je.

Anónimo dijo...

Enhorabuena chavales,sois duros como pieders! esta vegada compomisos llaborales nun me dexaron echame al monte.Enhorabuena pa Nan y Charly pola so participacion en Castrillon!

Charlie dijo...

Una gozada disfrutar de tan majestuosa crónica, realmente al leerla es como si uno mismo se trasladara a ese escenario y subiera al pico con vosotros... genial la reinterpretación Güestista de las palabras más sagradas del montañismo "porqué está ahí..."

En fin, la experiencia atlética fue un placer, deseando repetirla y por supuesto mi enhorabuena a Txema y Nan que defendieron al Club con rotundo éxito!